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LA BOTARGA DE SAN SEBASTIÁN

Publicado en la revista "Por Cuenta Propia" de Azuqueca de Henares, entre los meses de abril y mayo de 2007.


Todavía hoy recuerdo aquellas clases de Don Silvio en 5º curso de E.G.B. Yo era un zagal y mis intereses seguramente nada tenían que ver con ir a la Escuela, pero la voz de mi maestro al leer en voz alta ese texto de Julio Caro Baroja, “La Botarga de Montarrón”, bien justificaba el esfuerzo de un niño por estudiar.
Mi sorpresa fue enorme, ya que curiosamente yo pasaba los fines de semana con mis padres y mis tíos en una casita de campo muy cercana al pueblo de Montarrón, concretamente en el sitio al que los lugareños llaman “El Retorno” y que se encuentra a orillas del río Henares, bajando desde el Pueblo Viejo por un camino carretero que parte de una desviación sita a escasos kilómetros de capital, Guadalajara, hacia la mitad del recorrido de la carretera que une las localidades de Humanes y Cogolludo.
Desde entonces, y ya han pasado algunos años, mi interés por la Botarga y por el folklore de los pueblos de Guadalajara ha ido creciendo progresivamente; hasta el punto de que ahora intento, con estas líneas, transmitirles ese interés no solo con la finalidad de conseguir evitar que nuestras tradiciones y fiestas populares no desaparezcan jamás de nuestra tierra, sino para rendir homenaje a maestros que, como Don Silvio, sembraron en muchos niños la dedicación que ahora tienen de mayores.
De orígenes muy antiguos la Botarga ha sido un exponente interesantísimo a la hora de analizar la síntesis que hacia los siglos IV y V de nuestra era enlazaría la tradición pagana popular con los primeros esbozos del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano. Muchos son los ejemplos de Botargas que, con denominaciones tan dispares como Jarramplas, Zangarrones, Cigarrones, Carantollas o Camuñas, se extienden a lo largo de la geografía de nuestro país e, incluso, de países de la ribera del Mediterráneo como es el caso de Italia y el festival de la Lupercalia. Ya antes de que las legiones romanas hicieran suyo el Occidente europeo, las tribus celtas realizaban rituales en los meses más crudos del invierno invocando al dios Imbolc para ahuyentar los “malos” espíritus del frío y permitir la llegada de la primavera, etapa de florecimiento y fecundidad de la naturaleza. Esta tradición pagana, seguramente como muchos aspectos paganos de nuestro folklore, fue poco a poco siendo asumida por el cristianismo y por la Iglesia como institución, hasta el punto de que en la Edad Media festividades del tipo de la Botarga era ya una celebración que formaba parte de un calendario netamente religioso y, por supuesto, cristiano, donde se preparaba la llegada de la primavera también con grandes hogueras, danzas y canciones dedicadas a un Santo Patrón.
Vestida con un atuendo carnavalesco de colores rojos, verdes y amarillos, con una máscara que recuerda la cara de un “demonio”, con cencerros escandalosos y con una cachiporra, la Botarga sale a pasearse por las calles de Montarrón los días 19 y 20 de enero. Tenemos noticias que demuestran la antigüedad de su celebración en el cuestionario que los visitadores del Rey Felipe II realizan a los aldeanos de Montarrón en las denominadas “Relaciones Topográficas de Felipe II”, llevadas a cabo en nuestra provincia entre los años 1575 y 1581. Por entonces la Botarga se encargaba de provocar a los mozos y las mozas en edad de casamiento, ridiculizando con muecas y cabriolas a los más jóvenes y vergonzosos del lugar y recogiendo limosnas que se entregarían al santo, concretamente a San Sebastián, en conmemoración y homenaje a su “martirio”, inmortalizado magistralmente por pintores renacentistas y por escultores barrocos. Por entonces la fiesta de la Botarga se alargaba durante tres días, 19, 20 y 21 de enero, que coincidían con la Fiesta de la Caridad, San Sebastián y San Sebastianillo, jornadas en las que campesinos y labriegos disfrutaban de unos días de buen yantar y de disfrute financiados por el señor de la villa, que hacían olvidar sus pesares y penalidades diarias. En la actualidad se siguen manteniendo los días de la Caridad y de San Sebastián, consistiendo fundamentalmente el yantar en un pan con unas viandas bendecidas por San Sebastián el día 19 y una deliciosa caldereta de la que todo el pueblo participa el día 20, no sin antes asistir a una “misa romera”, si el tiempo lo permite claro está. Sin embargo la Botarga ha dejado de perseguir a los mozos en edad de merecer, ya que muy pocos quedan en el pueblo, y extiende sus cabriolas y peticiones de limosna a la cada vez menos numerosa parroquia de San Sebastián.
Don Félix Megía es en la actualidad el Botarga de Montarrón y a él y a los restantes aldeanos que se preocupan por esta tradición les debemos el placer de poder contar con una de las tradiciones más antiguas de nuestra provincia. Concretamente este año Félix ha recibido un homenaje de sus paisanos conmemorando sus 49 años como Botarga. A él y a otras personas como Ángela, Paco, Cirila, Tino, Manolo y a todos los habitantes de este pueblo tan cariñoso, debemos que esta reminiscencia de nuestro “vivo” pasado no se pierda. Gracias amigos de Montarrón por vuestra dedicación y empeño a un “oficio”, el de Botarga, tan bonito y tan antiguo. Gracias lector por ayudar con la memoria de tu lectura a no mantener por más tiempo en el olvido a nuestra “Botarga la larga, la cascaruleta”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Juanan, que interesante la entrada, es una tradición curiosa ya había oido hablar de ella, recuerdo que de peque me extremecí con el botarga!

Respecto al profe del pequeño Juanan jeje, como se nota que el alumno siguio sus pasos!!

Me gusta mucho el blog esta muy currado, y que de esfuerzo costará reunir toda esta información, me despido con un abrazote.

José Miguel